Fueron decenas de latigazos furibundos los que Lucifer le propinó a su vástago, rajó sus carnes, vertió su sangre negra. La víctima no sentía dolor en su corporeidad… era etérea como su padre, pero a su extraña alma le laceraba su génesis y le atormentaba su estirpe… Osó mirar sin odio al Príncipe de las tinieblas y agarrándose el costado abierto le dijo:
-Pediré a Dios que me reciba en el cielo.
-Es imposible -refutó Lucifer, deleitándose en el tormento de su hijo.
Una amalgama de palabras que refleja la confusión y el dolor de su autora, mostrando su necesidad de guía y verdad. Su relato contiene varias inconsistencias teológicas graves:
1. El nombre «Lucifer»: La confusión sobre el nombre «Lucifer» proviene de Isaías 14:12, donde se menciona al «Lucero de la mañana». En la Vulgata Latina, esa frase en hebreo se tradujo como “Lucifer”. Isaías 14 describe la caída de un rey de Babilonia, pero también se interpreta como una referencia a Satanás, cuyo nombre significa “adversario”, debido a su clara alusión a un ser sobrehumano con un resplandor previo a su caída. Esto es similar a la descripción en Ezequiel 28:12-17, que, a primera vista, parece referirse al rey de Tiro, un gobernante humano conocido por su orgullo y riqueza. Sin embargo, muchas de las descripciones en este pasaje van más allá de lo que podría aplicarse a un rey terrenal, como estar en el Edén, ser un querubín ungido y poseer una belleza y sabiduría excepcionales. Dios se refiere al principio operante en esos reyes y en todo otro adversario de la verdad: el diablo (Efesios 2:1-3). No obstante, en el Nuevo Testamento, Jesús se llama a Sí Mismo «Lucero resplandeciente de la mañana» en Apocalipsis 22:16. Aunque «Lucifer» se ha asociado tradicionalmente con Satanás, la Biblia no usa este nombre explícitamente para él. En cambio, el título «Lucero de la mañana» se aplica claramente a Cristo.
2. Naturaleza de los Ángeles y Demonios: La Biblia revela que los ángeles y demonios son seres espirituales creados por Dios. El querubín, conocido como Satanás, es un ángel caído que se rebeló contra Dios y engañó a nuestros primeros padres, Adán y Eva. No hay evidencia bíblica de que Satanás tenga descendencia o «vástagos» en el sentido literal. Los ángeles no se reproducen ni tienen hijos (Mateo 22:30).
3. Redención y Salvación: La Biblia enseña que la redención y la salvación son ofrecidas exclusivamente a los seres humanos a través de la obra redentora de Jesucristo. Los ángeles caídos, incluyendo a Satanás, no tienen posibilidad de redención y están irremediablemente condenados al infierno. Hebreos 2:16 dice: «Porque ciertamente Dios no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham (los que creen en Jesús El Mesías)». Esto indica que la obra de Cristo se dirige a la humanidad, no a los ángeles.
4. Naturaleza del Pecado y el Castigo: El relato describe al diablo castigando a su «hijo» con latigazos. Sin embargo, en la Biblia, el castigo por el pecado es administrado por Dios, no por Satanás. Dios es el juez justo que castiga el pecado (Romanos 12:19). Satanás es el acusador y tentador, pero no tiene autoridad para castigar en el sentido judicial, sino que él mismo será atormentado por Dios en el inferno (Apocalipsis 20:10).
5. Imposibilidad de Redención para los Demonios: La afirmación de que el «hijo» de Lucifer podría pedir a Dios que lo reciba en el cielo es teológicamente incorrecta. Los demonios, al igual que Satanás, están destinados al juicio eterno sin posibilidad de redención (Mateo 25:41). Ellos conocen a Dios y tiemblan (Santiago 2:19).
6. Naturaleza del Tormento: El relato habla de un “deleite de Lucifer en el tormento de su hijo” en blasfema parodia a Dios Padre y Dios Hijo, reflejando una visión distorsionada de la justicia de Dios. En la Biblia, el tormento eterno es una consecuencia justa del pecado y es administrado por Dios, no por Satanás. Satanás mismo será objeto de este juicio (Apocalipsis 20:10), junto con el resto de demonios y seres humanos incrédulos (Apocalipsis 14:9-11).
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En resumen, este relato no comprende la enseñanza bíblica sobre la naturaleza de los ángeles, la redención, el pecado y el juicio. La Escritura es clara en que la salvación es exclusivamente para los seres humanos a través de Jesucristo y que los ángeles caídos están destinados al juicio eterno sin posibilidad de redención. Se llama a la autora y a los lectores a arrepentirse de sus pecados y poner su fe en Jesucristo para recibir el perdón, ser salvados del infierno y obtener la vida eterna. Solo en Cristo se encuentra la verdadera cordura, esperanza y redención. La Biblia nos insta a buscar a Dios mientras puede ser hallado y a invocarlo mientras está cercano (Isaías 55:6). Hoy es el día de salvación (2 Corintios 6:2).
Tomás Galindo Pazán
Una amalgama de palabras que refleja la confusión y el dolor de su autora, mostrando su necesidad de guía y verdad. Su relato contiene varias inconsistencias teológicas graves:
1. El nombre «Lucifer»: La confusión sobre el nombre «Lucifer» proviene de Isaías 14:12, donde se menciona al «Lucero de la mañana». En la Vulgata Latina, esa frase en hebreo se tradujo como “Lucifer”. Isaías 14 describe la caída de un rey de Babilonia, pero también se interpreta como una referencia a Satanás, cuyo nombre significa “adversario”, debido a su clara alusión a un ser sobrehumano con un resplandor previo a su caída. Esto es similar a la descripción en Ezequiel 28:12-17, que, a primera vista, parece referirse al rey de Tiro, un gobernante humano conocido por su orgullo y riqueza. Sin embargo, muchas de las descripciones en este pasaje van más allá de lo que podría aplicarse a un rey terrenal, como estar en el Edén, ser un querubín ungido y poseer una belleza y sabiduría excepcionales. Dios se refiere al principio operante en esos reyes y en todo otro adversario de la verdad: el diablo (Efesios 2:1-3). No obstante, en el Nuevo Testamento, Jesús se llama a Sí Mismo «Lucero resplandeciente de la mañana» en Apocalipsis 22:16. Aunque «Lucifer» se ha asociado tradicionalmente con Satanás, la Biblia no usa este nombre explícitamente para él. En cambio, el título «Lucero de la mañana» se aplica claramente a Cristo.
2. Naturaleza de los Ángeles y Demonios: La Biblia revela que los ángeles y demonios son seres espirituales creados por Dios. El querubín, conocido como Satanás, es un ángel caído que se rebeló contra Dios y engañó a nuestros primeros padres, Adán y Eva. No hay evidencia bíblica de que Satanás tenga descendencia o «vástagos» en el sentido literal. Los ángeles no se reproducen ni tienen hijos (Mateo 22:30).
3. Redención y Salvación: La Biblia enseña que la redención y la salvación son ofrecidas exclusivamente a los seres humanos a través de la obra redentora de Jesucristo. Los ángeles caídos, incluyendo a Satanás, no tienen posibilidad de redención y están irremediablemente condenados al infierno. Hebreos 2:16 dice: «Porque ciertamente Dios no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham (los que creen en Jesús El Mesías)». Esto indica que la obra de Cristo se dirige a la humanidad, no a los ángeles.
4. Naturaleza del Pecado y el Castigo: El relato describe al diablo castigando a su «hijo» con latigazos. Sin embargo, en la Biblia, el castigo por el pecado es administrado por Dios, no por Satanás. Dios es el juez justo que castiga el pecado (Romanos 12:19). Satanás es el acusador y tentador, pero no tiene autoridad para castigar en el sentido judicial, sino que él mismo será atormentado por Dios en el inferno (Apocalipsis 20:10).
5. Imposibilidad de Redención para los Demonios: La afirmación de que el «hijo» de Lucifer podría pedir a Dios que lo reciba en el cielo es teológicamente incorrecta. Los demonios, al igual que Satanás, están destinados al juicio eterno sin posibilidad de redención (Mateo 25:41). Ellos conocen a Dios y tiemblan (Santiago 2:19).
6. Naturaleza del Tormento: El relato habla de un “deleite de Lucifer en el tormento de su hijo” en blasfema parodia a Dios Padre y Dios Hijo, reflejando una visión distorsionada de la justicia de Dios. En la Biblia, el tormento eterno es una consecuencia justa del pecado y es administrado por Dios, no por Satanás. Satanás mismo será objeto de este juicio (Apocalipsis 20:10), junto con el resto de demonios y seres humanos incrédulos (Apocalipsis 14:9-11).
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En resumen, este relato no comprende la enseñanza bíblica sobre la naturaleza de los ángeles, la redención, el pecado y el juicio. La Escritura es clara en que la salvación es exclusivamente para los seres humanos a través de Jesucristo y que los ángeles caídos están destinados al juicio eterno sin posibilidad de redención. Se llama a la autora y a los lectores a arrepentirse de sus pecados y poner su fe en Jesucristo para recibir el perdón, ser salvados del infierno y obtener la vida eterna. Solo en Cristo se encuentra la verdadera cordura, esperanza y redención. La Biblia nos insta a buscar a Dios mientras puede ser hallado y a invocarlo mientras está cercano (Isaías 55:6). Hoy es el día de salvación (2 Corintios 6:2).
Mercedes
Increíble este micro relato, hace que recuerdo el gran poder de la fe, gracias Karola