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Los dolores Por: Fernanda Tacuri

Los dolores Por: Fernanda Tacuri

Llega un momento en la vida en que todo duele: las rodillas, la espalda, los pies, el alma.

Duele crecer, ver crecer, ver morir, ver sufrir.

Duelen las amistades que una vez fueron y que parecían eternas.

Duele mirarse al espejo y enfrentarse a la tristeza de la realidad que no se cuenta, tomarse el trago amargo de los desplantes, de las despedidas, de los despechos.

Duele el amor herido de amar a alguien toda la vida y reconocer que tal vez en esa dualidad sólo amó siempre uno.

Duele no ser coherente, que los discursos compartidos inspiren a otros mientras los silencios propios griten.

Duele que las palabras se queden en la punta de la lengua y al borde del corazón.

Duele no ser valiente ni decidido. Porque es fácil serlo cuando lo que está en juego no es tu futuro. Pero ya así, de frente al abismo todo se complica, todo se hace negro y difuso. ¿Qué hay después del salto? ¿Dónde está el fondo? ¿Habrá algún trampolín para salir de ahí?

En un arranque de fe los desesperados hijos de Eva clamamos que unos ojos misericordiosos y divinos nos salven del valle de lágrimas, y duele que a veces el valle se transforma en océano y nosotros seguimos aquí, desterrados, miserables y abandonados.

Duele no tener respuestas, no saber qué hacer o a dónde coger, o por dónde diablos salir.

Duele extraviar la alegría, la inocencia y la esperanza. Duele más no reconocerlas en los otros, saber que la epidemia de la tristeza nos trastoca a todos sin contemplaciones y que sólo unos cuantos pueden tener el privilegio de recuperar la luz.

Cómo será vivir sin dolores, me pregunto. Cómo será que las sombras no pesen tanto, cómo será…

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